Siempre me han dicho “Eres una persona empática, siempre pones a los demás antes que a ti mismo”. Y, por mucho tiempo, lo veía como un cumplido.
Pero con el tiempo, empecé a darme cuenta de que mi empatía, aunque hermosa, también podía ser una espada de doble filo. Me encontraba constantemente agotada y desgastada, sintiendo como si llevara el peso del mundo en mis hombros.
¿Te suena familiar?
Si es así, quiero que sepas que no estás solo. Y lo más importante, que es posible defender tus límites sin dejar de ser la persona empática que eres. Aquí te presentaré 5 formas con las que puedes lograrlo. Porque todos merecemos cuidar de nosotros mismos sin sentirnos culpables por ello.
1. Aprende a decir “no”
Decir “no” puede ser increíblemente difícil para las personas empáticas. Esto se debe a que solemos ser muy conscientes de las emociones de las personas que nos rodean y no queremos hacer nada que pueda herirlas o decepcionarlas.
Pero aquí está la cosa: decir “no” no te hace mala persona. De hecho, es una parte crucial de cuidar de ti mismo. No puedes estar ahí para todos, todo el tiempo. No eres un superhéroe y eso está perfectamente bien.
Así que la próxima vez que alguien te pida algo y sientas que no puedes o no quieres hacerlo, recuerda esto: tienes derecho a decir “no”. No necesitas justificarte ni disculparte. Simplemente di “no” y mantén tu decisión. Con el tiempo, te darás cuenta de que la gente te respeta más por cuidar de ti mismo y establecer límites claros.
2. Reconoce tus propias necesidades
Hubo un tiempo en que me encontré siempre poniendo las necesidades de los demás antes que las mías. Era como si mi bienestar fuera secundario, y la felicidad de los demás fuera mi prioridad.
Un día, después de pasar semanas ayudando a un amigo a mudarse, organizar su nueva casa y resolver su vida después de una ruptura, me di cuenta de que me sentía agotada y drenada. Y lo que fue aún más revelador fue que, a pesar de todo el tiempo y la energía que había invertido en ayudar a mi amigo, no sentía que hubiera hecho lo suficiente.
Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía que empezar a reconocer mis propias necesidades. Aprender que está bien decir “necesito un descanso” o “necesito tiempo para mí” fue un cambio importante para mí.
Ahora, hago un esfuerzo consciente para chequear conmigo mismo regularmente y ver cómo me siento. Si me siento agotada o abrumada, me doy permiso para tomar un descanso. Al fin y al cabo, no puedo cuidar de los demás si no cuido de mí misma primero.
3. Deja de sentirte culpable
Esto es un gran problema para las personas empáticas, nos sentimos culpables por todo. Si alguien está pasando por un mal momento, sentimos que deberíamos estar ahí para ellos, incluso a expensas de nuestro propio bienestar. Si decimos “no”, nos sentimos culpables. Si tomamos tiempo para nosotros mismos, nos sentimos culpables.
Pero aquí está la verdad cruda y dura: no deberías sentirte culpable por cuidar de ti mismo. No deberías sentirte culpable por no ser capaz de solucionar los problemas de todos los demás. No eres responsable de la felicidad de todos en tu vida.
Es hora de dejar de llevar el peso del mundo en tus hombros. Es hora de dejar de castigarte por no ser perfecto. Es hora de aceptar que eres humano y que también tienes necesidades y límites.
Así que la próxima vez que te sientas culpable por poner tus necesidades primero, recuerda esto: Cuidar de ti mismo no es egoísta, es esencial. Y definitivamente no tienes nada de qué sentirte culpable.
4. No te dejes llevar por las emociones de los demás
Como persona empática, siento las emociones de los demás como si fueran mías. Y aunque eso puede ser una hermosa cualidad, también puede ser agotador. He aprendido que no puedo permitirme ser arrastrado por cada emoción que siente la gente a mi alrededor.
¿Alguna vez has estado en una habitación llena de gente y te has sentido abrumado por todas las diferentes energías y emociones que se están produciendo? Es como si estuvieras en un mar de emociones, tratando de mantenerte a flote.
Lo que he encontrado útil es practicar la “observación consciente”. En lugar de sumergirme en las emociones de los demás, trato de observarlas desde una distancia segura. Esto no significa que me importe menos, simplemente significa que estoy protegiendo mi propia energía y mis propios límites.
Así que la próxima vez que te encuentres en un mar de emociones, intenta dar un paso atrás y observar. Verás que puedes ser compasivo y empático sin dejar que las emociones de los demás te arrastren.
5. Valora tu propia empatía
A veces, cuando te encuentras agotado emocionalmente y luchando por establecer límites, puede ser fácil olvidar lo hermoso que es ser una persona empática. Tu capacidad para sentir profundamente, para conectar con los demás en un nivel emocional, es un don precioso.
Recuerda, tu empatía no es una debilidad. Es una fortaleza. Es una parte fundamental de quién eres y algo que deberías valorar.
No dejes que nadie, incluyéndote a ti mismo, te haga sentir como si tu empatía fuera una carga o algo de lo que debes protegerte. En su lugar, celebra tu capacidad para sentir y conectar. Y recuerda que mereces el mismo nivel de empatía y comprensión que ofreces a los demás.
Así que la próxima vez que sientas que tu empatía está pesando sobre ti, tómate un momento para recordarte a ti mismo el valor de lo que aportas al mundo. Eres amable. Eres comprensivo. Eres empático. Y eso es algo maravilloso.
Encontrando tu equilibrio
Si has resonado con estos 5 puntos, es probable que hayas luchado para establecer límites como una persona empática. Pero permíteme decirte algo: no estás solo y este viaje no tiene por qué ser abrumador.
El primer paso es el autoconocimiento, identificar cuándo y dónde te desgastas emocionalmente debido a la falta de límites. La autocompasión y la empatía hacia uno mismo son esenciales en este proceso.
Recuerda, la empatía es un don hermoso, pero no a costa de tu bienestar. No debes sentirte culpable por cuidar de ti mismo, establecer límites y decir “no” cuando sea necesario.
Y recuerda, eres humano y te mereces amor, compasión y respeto tanto como cualquier otra persona. No tengas miedo de pedir ayuda si la necesitas.
Encontrar el equilibrio entre ser empático con los demás y cuidar de ti mismo puede ser un desafío, pero con tiempo y paciencia, puedes aprender a navegar este camino con gracia.
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